Las dos cosas que hay en mi cabeza hoy

Habitualmente tengo la esperanza o me digo y me creo que llegará un momento que mi vida valdrá la pena, que me entusiasmará, que viviré todas las cosas que deseo y necesito vitalmente y que sin embargo podría decir que prácticamente no han pasado ni por asomo por mi vida (no pero casi), que seré capaz, seré digna y tendré la ocasión de vivir todas esas cosas que hacen que la vida valga la pena (para no ponerme a explicarlas que no me apetece pero que se entienda, que veo por ejemplo en las películas, libros y que sé que vive la gente). Habitualmente me consuelo sintiendo que estoy todavía en un mientrastanto, pero que llegará. Hoy pensaba (por desgracia creo que fatalmente) que aunque fuera así, que de aquí X tiempo tendré la ocasión de vivir todo lo que la gente vive y de lo que yo siento que en toda mi vida he estado aparte, aunque fuera así, ya sería injusto, ya no tendría remedio ni compensaría (digo compensar, no valer la pena) el tiempo en que se me ha negado. Lo siento realmente así, que la vida me lo negado, me ha hecho de forma que me sea por naturaleza imposible, que sólo con un esfuerzo sobrenatural, que acarrea años (vida) y que a nadie se le exige llegaría a ser posible si es que lo es. Me parece injusto y cruel (lo siento así, se siente, aunque hayan injusticias y crueldades mayores), ya es injusto sin remedio, ya por desgracia ha pasado tanto tiempo que ya no se puede compensar, ya habría perdido demasiado igualmente. Esta evidencia he tenido hoy.

La otra cosa que ocupa mi cabeza hoy afortunadamente es buena, suficiente como para escribirlo pese al mal cuerpo por decirlo de alguna manera que me acaba de dejar escribir la otra, y es esto tan fulcral para vuestras vidas:

La mujer interesante del trabajo estaba muy maja conmigo, dentro de lo poco que hablamos habitualmente y hoy también. Me ha dicho que me ponía roja con mucha facilidad, y que eso "molaba". Yo le he dicho que es lo peor, que no mola en absoluto, no he escuchado el motivo por el que "mola" ponerse rojo porque como me lo estaba poniendo me he puesto a mirar mi mesa con tanto empeño para ocultar mi cara que no he podido oír el argumento. Lo que no sabe es que el 80% de las veces que me he puesto roja en el trabajo ha sido con ella, que me lo pongo hablando aunque sea de por qué me pusieron el nombre que tengo o cosas aún mas normales, creo que a veces incluso no me habla o acorta las conversas para evitarme el maldito (y molesto por desgracia para ambas partes) proceso de rojez que ya intuye que se avecina. También ha dicho, que le había sentado bien una cosa que había dicho yo, y lo ha dicho al cabo de horas de que hubiera pasado sin que viniera a cuento de nada, y a mí me ha hecho feliz, por el hecho en sí y incluso aún más por la forma que todas las veces que hoy lo ha hecho, me ha hablado. Son cosas que no sólo me afectan (para bien) sino que me hacen sentir incluso un confortamiento parecido al de un abrazo, que me hacen sentir por dentro una sensación similar, me daba cuenta y sentía aún más hace unos días con otra cosa, que lo sentí del todo así.
Se parece un poco a ella, a mi adoradísima Kristin Scott Thomas. Es una de las cosas que peor me saben de dejar Madrid (aunque casi no las haya), dejar de verle (para siempre además seguramente), dejar de simplemente verle la cara, el poema de cara que tiene, de esas caras que sientes que es imposible acabar de observarlas, como si no pudieras saciarte o conseguir acabar de mirarlas nunca hasta el fondo, que te crean una cierta "angustia" porque ves que se te escapan y siempre escaparán cosas de ellas, porque por desgracia no son ni serán jamás para tí.

No me pidáis la dirección del trabajo por que no os la daré: