jueves, 31 de marzo de 2016

" (...) No encontraba absolutamente nada en qué pensar. (...) no sabía que hacer de su libertad. Podría ir a cualquier parte; no tenía ganas de ir a ninguna.(...) Se bajaba en espiral cada vez más profundamente, parecía que al final uno iba a tomar algo: la calma o la desesperación, cualquier cosa decisiva; pero uno se quedaba siempre a la misma altura, al borde del vacío."

¿Se puede ser mejor? ¿se puede ser más exacto y más inteligente? No.

Un cachito de mil igual de increíbles del libro que me estoy leyendo y amo: "La Invitada" de Simone de Beauvoir

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