Hace unas pocas semanas me acordé de un muñeco que nos regaló mi madre cuando éramos pequeñas. Que ahora recuerde fue el único que compró ella, que con lo que debía sobrarle del dinero que mi padre le daba justo para la compra de la comida semanal, eligió por su iniciativa y decidió comprarnos, algo que no pasaba nunca, que aunque desde fuera no se pueda entender, fue una pequeña valentía de su parte. Se le daba cuerda y movía la cabecita, los brazos y el arco del violonchelo a la vez que sonaba. A veces nos lo ponía cuando venía a despertarnos, para hacernos más agradable el despertarnos que en general no nos gustaba y para ella también sería un rollo porque tardábamos en levantarnos. Ojalá (seguro que no) haya funcionado a la altura de lo que merecía su tierno intento. Cuando me acordé de él me dio pena, el muñeco y mi madre.
Hoy he bajado a comprar y al pasar por delante de los contenedores estaba un muñequito casi igual, en una tapa de caja de cartón en el suelo aparte. He tirado rápido la basura, lo he cogido, no he ido a comprar, me lo he llevado a casa y lo he limpiado y desinfectado. El mismo muñequito, disponible en el momento que yo bajaba, cuando había pensado hace poco en él, separado (salvaguardado) en el suelo, a la puerta de mi casa, en la otra punta de España.
Éstas casualidades te hacen pensar...
ResponderEliminarSí, pensar sí.. aunque soy bastante escéptica, al menos de momento o hasta que encuentre alguna explicación que me convenza más. Gracias por comentarme y bienvenida!!
EliminarQué bonita casualidad :)
ResponderEliminarGracias:))
EliminarBienvenido????...pense q teniamos claro q solo eramos dos....que no ibamos a ampliar la familia...señor dame paciencia..😜
ResponderEliminarEste muñequito que la cuerda no le funciona y ni suena seguro que tiene cabida😊
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